Juan Serrano ¨FINO¨ en Montoro, y Organillero..
Por otra parte, mi galería, está galería va para una persona muy especial en parte de mi vida y de mi familia, nuestro amigo, hermano y compañero Enrique Elías, que gracias a él, empece con este tipo de fotografía y ha envenenarme de ella. Gracias amigo y espero que te guste esta galería y la lleves para siempre contigo, porque sino inolvidable fue la tarde, el día anterior no tiene nada que podamos olvidar. Un abrazo Hermano, Amigo y Compañero...
Os dejo con el texto de Paloma que a contiuación os pongo...
A las cinco en punto de la tarde.
Y no escribo esta frase porque se haya convertido en un tópico ni porque fuera
la hora real a la que rompía el paseíllo en Montoro, sino porque estoy segura
de que el mismísimo Lorca estaría tan desbordado ante la obra de arte creada
ayer por Juan Serrano como lo estoy yo. Y Dalí, y Jean Cocteau, y Picasso...
Siempre he creído defenderme bien ante un folio en blanco, pero tratar de
describir las emociones que vivimos los presentes en la tarde de ayer no
resulta tarea fácil. Quizá por ello me haya animado a hacerlo como prólogo a
una galería tan maravillosa como estoy segura será la de otro artista llamado
David Hernández.
En los aledaños de la plaza todos
mirábamos al cielo y la preocupación por la lluvia copaba tal vez entonces
todos nuestros pensamientos. Y quizá de tanto pensarlo se hizo realidad. Bajo
una cortina de agua y sobre un piso casi impracticable toreó Finito de Córdoba
a su primero de Fuente Ymbro, al que previamente había brindado a su compadre,
Juan José Padilla, que cumplía 300 tardes tras su reaparición. Fue un toro
noble, pero desconfiado en la embestida a causa de lo resbaladizo del piso. A
pesar de todo ello, Finito fue capaz de arrancarle naturales larguísimos,
eternos, para dibujar después remates de los que no hace falta describir porque
son sólo suyos. Todos aquellos que hayan visto torear a Juan Serrano sabrán de
lo que hablo. Se complicaron el piso y el animal a la hora de entrar a matar y
la faena quedó sorprendentemente sin premio. Me quedo con algo que escuché a
una persona muy sabia en el callejón: es imposible sacar un pañuelo cuando
tienes que estar sujetando los paraguas e intentando no salir de aquella plaza
como de la misma ducha.
Había amainado la lluvia y ya
habíamos entrado en calor cuando saltó al ruedo 'Organillero'. Lo recibió
Finito con un ramillete de verónicas y dos medias que ya hicieron saltar a
buena parte del tendido de sus asientos. Citaba de lejos en las primeras tandas
y acudía pronto el de Fuente Ymbro, para que pudiera Finito llevarlo largo muy
por abajo. A más fueron toro y torero en una conjunción absolutamente perfecta.
'Organillero' fue extraordinario por el pitón derecho, con muchísima
transmisión, y pudo el maestro (nunca mejor utilizado el término) soñar el
toreo. Fueron series y más series en las que Finito llevó al animal acariciado
por los vuelos de su muleta, firme pero sutil, infinito. Regaló derechazos
profundos, pases de pecho al hombro contrario y remates marca de la casa para
deleite del aficionado. Templadísimo, como a cámara lenta, nos enseñó qué es
eso que tantas veces se utiliza con banalidad: la torería. Hizo el toreo, que
se dice pronto, y más aún hoy en día... Y nos recordó a los allí presentes que
precisamente eso, el toreo, son emociones. Esas mismas emociones que
mantuvieron a la plaza en pie, enloquecida con lo que estaba sucediendo en el
ruedo. Las mismas también que hicieron que se clamara, y justamente concediera,
el indulto de un excelente animal. Y las mismas que nos han dejado a muchos con
el alma todavía encogida. El problema es que resulta imposible tratar de
describirlas con palabras. Al menos las mías lo son.
Paloma Paraja
Os pongo mi galería, espero sea del agrado de todos...
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